La piel es el órgano más grande del cuerpo. La piel y sus derivados (cabello, uñas y glándulas sebáceas y sudoríparas), conforman el sistema tegumentario. Entre las principales funciones de la piel está la protección.

Los principales componentes estructurales de la dermis son el colágeno y la elastina, tejidos conectivos que confieren fuerza y flexibilidad y son los componentes vitales de la piel sana, de aspecto juvenil. Estas fibras están impregnadas de una sustancia de tipo gel (que contiene Ácido Hialurónico), que posee una gran capacidad para fijar agua y contribuir a mantener el volumen de la piel.

El estilo de vida y factores externos como el sol y los cambios térmicos ejercen un impacto sobre el colágeno y la elastina y sobre la estructura de la sustancia circundante. A medida que envejecemos, nuestra producción natural de colágeno y elastina disminuye, por ende,  la capacidad de la piel para fijar agua es menor. La piel adquiere un aspecto menos tonificado y aparecen arrugas.

Por estos motivos es indispensables que en primera instancia cuides tu piel de adentro hacia afuera, considerando tu alimentación, estilo de vida y el cuidado dermo cosmético.

En la alimentación, hay varios alimentos que contribuyen a mejorar el aspecto de la piel, ya que partir de estas incorporamos las vitaminas que necesita, en cuanto las grasas saludables del coco y una composición nutricional antibacteriana mantienen a raya el acné y ayudan a mantener la hidratación. La palta contiene grasas, proteínas y vitaminas. La proteína ayuda a fortalecer las estructuras de colágeno y elastina en la piel mientras que las grasas mantienen la hidratación. Las verduras aportan hierro, ácidos grasos omega-4 y vitaminas A, B y E que fortalecen el sistema inmunitario. Los fitoquímicos y los folatos también ayudan a mantener la piel hidratada y sana. Los frutos secos y las semillas son súper alimentos que contienen omega-3, vitaminas A, B y E, grasas monoinsaturadas y antioxidantes.

Gracias al gran contenido nutricional de los frutos secos y las semillas, la piel gana en hidratación, elasticidad, regeneración celular y protección contra los radicales libres. Las frutas con mucha agua también son muy buenas para hidratar y proteger la piel. La mayoría de las frutas contienen altos niveles de vitaminas A y C y poderosos antioxidantes que cargan la piel de nutrientes, promueven la producción de colágeno y a ayudan a mantener una piel flexible y firme.

 

En resumen:

  • Mantené hidratada tu piel con la ingesta de al menos 2 litros de agua.
  • Consumí variedad de frutas y verduras
  • Consumí proteínas de buena calidad
  • Evitá el exceso de sal y alcohol
  • Utilizá protectores solares adecuados para tu tipo de piel
  • Realizá una higiene nocturna diariamente.
  • Evitá los cambios bruscos de peso.

 

Sabrina Caporaso - Lic. en Nutrición M.N. 7839

 

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